MOTIVACIÓN: EL PLACER Y LAS EMOCIONES POSITIVAS
La motivación es el motor de la conducta. Un proceso neurobiológico, cognitivo y emocional que nos impulsa a poner en acción un patrón de respuestas para realizar una tarea. Está estrechamente vinculado con el aprendizaje.
Desde una perspectiva biológica, la motivación conlleva la activación de ciertos procesos fisiológicos, cognitivos, conductuales y motores frente a una tarea. Entre los diferentes sistemas involucrados tenemos:
- Sistema nervioso central: Permite pasar a un estado excitatorio de las neuronas para activarlas de acuerdo al estímulo que recibe el cuerpo.
- Área límbica: Involucrada en el procesamiento de las emociones,
- Sistema de recompensa cerebral: En el que participa el núcleo accumbens. Cumple un papel fundamental, gracias a la liberación dopaminérgica que estimula la repetición de la conducta.
- Corteza orbitofrontal: Involucrada en el procesamiento motivacional y emocional del estímulo. Esto es así gracias a sus conexiones con el sistema límbico a través de la amígdala (basal y lateral), el subículo y la corteza entorrinal y perirrinal (Mesurado, 2008).
Emociones positivas
Las emociones positivas tienen efectos beneficiosos sobre el aprendizaje al mejorar procesos relacionados con la atención, la memoria o la resolución creativa de problemas. Con la simple observación de imágenes que constituyan estímulos diferentes, ya sean positivos, negativos o neutros, se activan diferentes regiones cerebrales. En el caso de los positivos, interviene el hipocampo que favorece los procesos memorísticos y de aprendizaje mientras que, en el caso de los negativos, se activa la amígdala (Erk et al., 2003).
Las emociones juegan un papel importante en la vida psicológica del estudiante y tienen una alta influencia en la motivación y en las estrategias cognitivas y, por tanto, en el aprendizaje y rendimiento escolar (Pekrun, 1992)
Las emociones también pueden ser inductoras y/o mantenedoras del interés en el material de aprendizaje (Ainley, Corrigan y Richardson, 2005; Krapp, 2005) e influir en los aspectos más cognitivos del aprendizaje, ya que pueden desencadenar distintas formas de procesar la información y resolver las tareas (Isen, 1999) y facilitar o impedir la auto-regulación del aprendizaje en los estudiantes (Pekrun, Goetz, Titz y Perry, 2002)
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